Revista Zarza Rosa, nº6
1986
Habría que ser como los bares
y tener morro,
cara suficiente como para decirnos
que las palabras de afecto empiezan a salir con voz pasiva,
que es evidente que empieza a declinar
el amor aquel de los pijamas grises en el parvulario
cuando al parvulario le faltaban las paredes,
las lunas, los arbolitos, el techo y tus pequitas (…)
para ser una casita de papel
llena de nanos
que inspirase a su celador amigo de las hojas
y la postura curvada, como de flexo humano para otro
escritor que no fuera él;
porque lo nuestro comienza a no chutar,
a ponerse del color del cuervo que nos ha estado pitando
los dos tiempos: el tuyo y el mío,
que no eran el mismo,
que no hablábamos de lo mismo,
que no buscábamos lo mismo;
que todo se ha partido, roto, hecho polvo,
polvo…
(Pameos y meopas de Rosa Silla)